Un día pensé que sería buena idea adoptar un perrito, así que pedí información de uno rescatado, pero me dijo una chica (Ale) que ya lo habían adoptado, sin embargo, tenían que seguían buscando una familia. Yo quería adoptar uno, aunque no tuviera una oreja, o una pata, o que le faltara un ojito. Y me comentó que precisamente había una perrita sin un ojito y así que sin pensarlo acepté conocerla.

Cuando conocí a Estrella la pobre estaba tan triste, sentada y con su cabeza agachadita. La rescatista me preguntó si podía invitarla a mi casa por unos días y dije que si (aunque yo había pensado en una perrita más pequeña y Estrella esta era muy grande, pero no podía decir que no) y fui descubriendo que no era feroz como parecía, más bien tenía mucho miedo a la gente, porque seguramente la trataron mal o muy mal antes de que llegara a Proyecto Kendi, pues te temía a la escoba, al matamoscas, a cualquier aerosol y ahí entendí que podía ayudarla. Pero claro que ella fue quien realmente me ayudó porque me ayudó a volver a sonreír.

Y el gran día se llegó el 27 de junio de 2020 la adoptaron. Le agradezco mucho el tiempo que fue mi compañera, ¡nunca la voy a olvidar!

Decidí seguir siendo casa puente, pues ayudar a los perritos realmente me ayuda a mí misma con sus corazoncitos llenos de amor.

Para nosotras ser casa puente es una de las experiencias más bonitas y llenadora que hemos vivido en nuestra vida. Tener hijos prestados (así los llamamos) en nuestra casa es algo muy bonito, porque a pesar de que tenemos a nuestros propios hijos Perrunos y Gatunos, siempre aprendemos de los que han llegado a nuestra casa. Es una labor muy bonita y muy gratificante cuando uno de los hijos prestados es adoptado, pues sabemos que se les busca la mejor familia.
Siempre les agradecemos el tiempo que estuvieron con nosotras, ese tiempo nos han llenado de amor incondicional, muchas risas por las ocurrencias de todos, nos han enseñado como amar a un ser vivo sin tener el mismo idioma y el poder comunicarse para demostrarnos su amor de una y mil maneras.

Gracias Proyecto Kendi por hacernos parte de esta labor y darnos esa oportunidad de vivir experiencias bonitas.

Todo comenzó con el rescate de Lola, una perrita pastor belga que me ayudó a superar una etapa difícil en mi vida, mientras ella también estaba en rehabilitación. Gracias a su llegada me animé a independizarme, renté una casita y comencé a ayudar a muchos perritos y gatitos, hasta que llegó un punto donde ya no pude más con los gastos y decidí parar.

Desde hace tiempo seguía en redes a Proyecto Kendi, me llamó la originalidad de sus publicaciones y la hermosa labor que desenvolvían en equipo. Un día vi una publicación diferente que decía «se busca casa pensión, nosotros pagamos todos los gastos de los perritos y ustedes reciben una ayuda monetaria». Se me iluminó el rostro porque así podría seguir ayudando al rescate de animalitos callejeros y podría conservar a mi Lola, pues con lo que ganaría de la pensión pagaría su alimento y atención veterinaria.

En lo personal, recomiendo ampliamente la experiencia como casa pensión, es una vivencia muy gratificante donde ves el cambio tan hermoso en los perritos y que, además, mejoras las posibilidades de su adopción al enseñarles a vivir en un hogar con reglas. Yo definitivamente lo haría mil veces más, solo que mi hija ha tenido muchas dificultades en su salud y es por ello que decidí tomar un descanso.

Ser casa pensión ha sido de las mejores experiencias que he tenido en mi vida, mi hija aprendió a tratar con respeto a los animales, aprendí a socializar perros con gatitos y sobre todo disfrutas de belleza pura y una excelente compañía.